Bébeme con toda la furia de tus adentros
y salgamos al fresco de la noche,
a respirarlo,
a que nos llene de inigualable vida.
Hagamos fotografías de la noche
y de todo aquello que nos cale hondo,
que se esconda dentro de nuestras entrañas
y nos haga palpitar y sentir muy severos.
Vamos a perdernos por ahí
y a calmarnos en cualquier esquina,
mientras otros se arrodillas
clamando a Dios,
pero tú y yo no;
tú y yo solo clamamos a los dioses,
los dioses de la naturaleza
y nos quedamos perplejos ante los sonidos y los olores de la natura
mientras nos autoderrotamos
y callamos
absortos en nuestros pensamientos
y nuestras tristes ánimas desnudas.
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